domingo, 18 de octubre de 2009

-SEGURO QUE EVITA ME VA A VER-


Seguro que Evita me va a ver.


Día Uno

Seguro que Evita me va a ver. Anoche lo soñé y es la segunda vez que me pasa. Era tan real su sonrisa. Eso es lo que más me atrae. Y sus cabellos rubios.
A la patrona, al principio, no le gustaba nada. Decía que eso de darles a los pobres, los hace más vagos. Pero, bueno, ya sabemos como es ella. Parece que ahora ya le simpatiza más y cuando se enteró que iba a pasar por el pueblo, lo primero que hizo fue preguntarme si quería ir. Por supuesto, le contesté.
El tren pasa dentro de dos días, el miércoles. Ya averigüé que va a parar en la estación quince minutos. Evita se va asomar por una ventanilla. La gente dice que atiende a todos los que se le llegan y sino hay que preparar una cartita. Tiene unas empleadas que se encargan de recogerlas y luego ella, en Buenos Aires, las lee.
Mi sueño es que me dé una máquina de coser. La mami ya sabe coser y ella me puede enseñar. Máquina hasta ahora no tenemos, pero yo la voy a conseguir.
A la tarde del día anterior me voy a ir a la estación. Voy a dormir ahí. Me va acompañar la María, mi mejor amiga. Van a decir que estoy loca pero no me importa. Es lo que dicen de todos los que hacen algo distinto a lo que ellos creen que esta bien.
Cuando tenga la máquina y pueda empezar a coser para afuera, dejo de limpiarle la casa y lavarle a la señora. Y así voy a poder comprar ese par de zapatos charolados que tanto le gustan a mamá. En una de esas puedo ir a la escuela profesional de mujeres, porque funciona a la noche. Me voy a dar maña para todo
El Lucho dice que Evita hace milagros, pero todos saben que siempre ha sido un exagerado, además él desde que yo sé, es peronista, aunque él diga que quiere un poco de justicia, nada mas.
El cura, que desde el año pasado anda un poco envidioso, porque cuando vino el General al pueblo vecino, aquí no quedo nadie, no se cansa de decir que solo hay que adorar a Cristo y que es pecado de idolatría seguir a cualquier ser humano, por importante que sea. No dice que sea Perón, pero todos sabemos.
Yo, en el fondo de mi corazón, si me parece que Evita hace milagros. Pero milagros humanos, no de los otros. Bueno... ¡Yo me entiendo!

Día Dos

Mañana a las nueve llega el tren. María no me falló y aquí estamos sentadas en el banco justo enfrente adonde va a parar. Trajimos el mate y un par de frazadas aunque aquí en marzo no hace frío. A mamá no le dije nada porque quiero darle la sorpresa. Le dije que me quedaba a dormir en lo de mi amiga.
¡Cuándo sepa que la vi a Evita...!
Estuve pensado que la máquina la voy a poner en mi dormitorio, porque cuando tenga mucho trabajo me va a tocar coser de noche y así no molesto a nadie con el ruido.
Con la primera plata que gane, además de los zapatos para mamá, voy a ver si me alcanza para una entrega al ruso Cohen por la radio para mi viejo. ¡No lo va a poder creer! Mis hermanas van a tener que esperar un poco, pero ya sé que les voy a regalar a cada una.
María dice que ella le va a decir a Evita que le preste una máquina de escribir y que ella se la va a pagar de a poco. No importa que este usada. Ella limpia en el diario del pueblo y ve como Josef, el dueño, no se da abasto para sacarlo en tiempo. Sabe que si ella se ofrece a pasar los artículos el director va aceptar de mil amores. El pobre lo hace todo. Hasta piensa que si se pone, puede llegar a ser una buena periodista.
Desde mañana toda va ser distinto.

Día Tres

Aunque no crean, estoy despierta desde las cinco. No pude dormir más. Y todavía faltan cuatro horas para que llegue el tren. Lo que nunca esperé es que a esta hora haya tanta gente. Han venido desde pueblos vecinos también. Los primeros lo hicieron a la una de la mañana y desde entonces no terminan de llegar.
A María le he dicho que tratemos de estar lo mas cerca posible del andén. Somos un poco petizas y si nos descuidamos vamos a perder el lugar.
Ahora llegó la policía. Han hecho una especie de cordón y no nos dejan acercar a la orilla. Pero no importa, de donde estamos, vamos a llegar a ella sin problema.
Ya son las ocho y el gentío es realmente impresionante. Es una verdadera lucha mantenernos en el lugar. Deberíamos haber venido con nuestros amigos porque hay algunos grandotes que nos empujan y por ahí nos corren del sitio. Aunque nosotras resistimos y haciendo contorsiones nos escabullimos por debajo de ellos.
Esto se esta transformando en un combate por mantener las posiciones.
Y ya se divisa el humo de la locomotora. Va a llegar justo a tiempo.
Bastó que se sintiese el pitido del tren para que la gente empujase violentamente y nos corriese hacia atrás como cinco metros. Y ya no podemos volver. Nadie hace caso a nuestros ruegos.
El vagón presidencial, como lo pensamos, quedo frente a nosotras y podemos ver a Evita asomándose por la ventanilla. Habla con todos los que llegan. Gritamos que se alejen y dejen lugar para los demás. Lo suplicamos, pero nadie hace caso.
María haciendo alarde de coraje empieza a los codazos a abrirse paso. Pierde un zapato, pero nada importa. Va a llegar hasta Evita.El coche empieza a moverse. María lleva también mi carta. La veo como avanza. Llega hasta el tren que ya toma velocidad y alcanza a estirar su mano con el papel a una de las secretarias.
La gente en la desesperación por acompañar el vagón, hace caer a mi amiga. Alcanzo a ver como las hojas son tiradas contra la formación y el viento estúpidamente las expulsa hacia el costado.
María, con la cara mojada por las lágrimas y el sudor del esfuerzo, casi en un ruego me dice: -¡Perdoname, no me vio, ni siquiera me miró!
Después nos abrazamos y estuvimos solas en el mundo como nunca nadie lo estuvo antes.
Mientras tanto el tren, envuelto en una nube de humo, se perdía lentamente a lo lejos.


Juan José García Zalazar.

1 comentario:

Unknown dijo...

Ya leí este cuento varias veces, pero cada vez que lo hago, se me hace un vacío en el estomago, se ponen los ojos brillantes. Ya se como termina pero me invade el mismo sentimiento de tristeza que cuando lo leíste una vez en casa...a pesar de lo que me produce, adoro este cuento.. te mando un abrazo enorme.. Sole